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Amantes Modernos por noemibeargirl

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Notas del capitulo:

Bueno el capitulo de hoy es más largo, eso significa... que el siguiente será corto XD... o tal vez no. Eso será decisión de la yo futura. No quize cortar una escena asi que termino siendo largo pero bueno. Sin más... Espero que les guste

---Bren---


– Hola – prácticamente suspiro. Sandra suelta una risita y me hace imitarla. Veo a Mari que nos mira con aburrimiento. Ambas nos vemos fijamente, pienso si decirle algo cuando un grito de alegría me lo impide. – ¡Mari! – exclama Dani llegando a nosotros agarrando a Nicolás de la mano. – Vamos a bailar – suplica haciendo que el rostro de Mari se torne blanco – No... – quiere negar, pero se detiene. Dani le muestra, lo que me parece, una mueca de complicidad que hace que ella termine aceptando. – Vamos – se resigna. Dani vuelve a gritar y cuando me doy cuenta se la lleva a la pista dejándome a solas con Sandra. – Vaya... sí que dan lata tus amigos. – asegura, su tono de voz no me gusta pero prefiero ignorarlo. – Algo... pero son buenos – los veo no muy lejos. Mari baila como robot haciendo que Nicolás y Dani se rían para después imitarla. – Pensé que no vendrías – su tono cambia por uno más lindo, sus ojos se mantienen fijos en mí. La miro con más atención y, no sé si por el alcohol, no me importa perderme en su mirada. – Tuve una clase más, la había olvidado – le respondo. Entonces recuerdo con quién estaba – Aunque creo que conseguiste una compañía mejor que la mía – sueno molesta, mi estado me hace perder el control. – Nosotros estábamos hablando... creo que vamos a terminar – contesta conflictuada ignorando mi molestia. Mi rostro se ilumina sin que pueda controlarlo. "Disimula" pienso intentando quitar la sonrisa de mi cara. – Lo lamento – sueno lo más honesta posible. Sandra simula una sonrisa amarga – Tendrá que pasar en algún momento, sólo necesito tiempo para asimilarlo. Aun no puedo decirle – suspira y se sienta. Me recorro para estar a su lado, pongo mi mano en su cabeza. – Ya ya – trato de consolarla pero en vez de eso la hago reír. – Me consuelas como si fuera una niña – levanta su rostro, que había decaído, para limpiarse una lágrima de su mejilla; la cual no sé si es de tristeza o alegría. – Lo siento – me apeno – No soy especialmente bueno en eso – me conflictuo.


Me alejo de ella incomoda sin embargo, contrario a lo que pienso, es su el turno de ella de acercarse y poner su mano en mi cabeza. – Yo no dije que seas mala – "¿Por qué se siente como si ella me consolara a mí?" – Además... – a completa – Puedes ayudarme de otra forma – esas palabras captan por completo mi atención – ¿De qué forma? – pregunto coqueta pensando que este es el momento. – Poniéndote anal conmigo – vocea dejándome atónita, no sé a qué se refiere. – Ya sabes, tomar hasta morir – aclara captando el porqué de mi mueca. – Ah... ya... pues... – dudo. Ciertamente no es algo que este ansiosa por hacer. Miro de nuevo a mis amigos bailando. "No es buena idea" la sensatez comienza a regresarme, aun no estoy tan ebria como para hacer algo tan irracional sin más. Estoy por negarme en el segundo que algo me distrae. Una sonrisa muy particular se queda grabada en mis retinas... odio esa sonrisa. – Esta bien ¡Hagámoslo! – garantizo. Sandra lanza un grito de emoción, toma mi mano, voltea a verme; me hace mirar sus ojos. "No puedo ser tan malo" supongo embobada.


---Fer---


– Vaya que corrimos – cierro la puerta tras de mí. Ella asiente, poniendo una mano en su pecho para recupera el aliento. Yo hago algo parecido y, cuando mi respirar es más tranquilo, me decido mirar a mí alrededor. Sé dónde estamos, el cuarto-bodega de Saúl. Se supone que nadie podía subir a la segunda planta y mucho menos entrar a un cuarto, pero bueno me la debía. Al fin y al cabo le había organizado la fiesta, además le ayudaría a limpiar después.


A nuestro alrededor hay muchas cajas de cartón, están unas sobre otras; también algunas maderas, cubiertas en bolsas de plástico; y, en medio del cuarto, una mecedora. "Hace años que no veo una" mi atención es captada; ella lo nota. – ¿Te gustan las mecedoras? – me pregunta. Yo no aparto la vista e involuntariamente un recuerdo viene a mi cabeza. El té tibio, la frazada, la calidez que va más allá de lo material. – No realmente – es mi única respuesta encogiéndome de hombros. Volteo a verla y de nuevo me ve con esos ojos evaluadores. – Sólo pensaba que hace años no veo una –me siento obligada a completar. – Ya... – es lo único que sale de sus labios.


Camina lento hacia donde yo estoy, pienso que se me va a lanzar pero no puedo estar más equivocada. Me pasa de largo, sin preguntar se sienta en la mecedora y comienza con su vaivén. – A mí sí me gustan, me recuerdan a mi abuela – sonríe con nostalgia. Entonces cierra los ojos sin dejar de mecerse. Por alguna razón verla así me da envidia, como si tuviera algo que yo no. Sin nada que hacer y al no querer interrumpir su momento; me siento en el suelo, cerca de la mecedora, y espero. Ella no dice nada, con el tiempo comienzo a impacientarme. – Entonces... – abro mi boca sin pensar pero paro al oír su risa retumbar en la recamara. – Sí que eres muy hiperactiva ¿no? – abre los ojos y vuelve a posar su mirada en mí. – Yo... – trato de negar, pero al ver mis manos inquietas jugando con un hilo decido aceptarlo – lo siento no me puedo estar quieta – sigo jugando con el hilo. – Entonces... – me imita haciéndome reír. - ¿Puedo saber por qué huimos? – indaga sin dejar de mecerse. – Mmm... – me enderezo antes de comenzar a hablar – ¿Quieres la versión larga o la resumida? – Le doy a escoger, ella lo piensa un momento – La larga – se decide. – Bueno – acomodo mi espalda contra una de las pilas de cajas – Todo comenzó hace unos seis meses más o menos cuando fui a una fiesta con Nieves. Por ese tiempo aun no era la capitana de tocho bandera así que era más impertinente. Solía tomar mucho, pero nunca lo suficiente para vomitar. Entonces, ya cuando sólo quedábamos unos 10, comenzamos a jugar botella como morritos de secundaria. Y en una de esas le tocó a Nieves decirme verdad o reto. Como sabía lo manchado que era con los retos escogí verdad, sin embargo nunca me esperé lo que me preguntó. Era una pregunta demasiado... – me detengo un momento buscando la palabra correcta – personal, así que me negué. Por supuesto el armó un pancho y los demás terminaron apoyándolo. Yo no iba a responder, pero ellos tampoco se iban a callar, por eso opte por mi último recurso; aceptar un reto de él. – callo, dando suspenso a la historia. Ella me mira atenta, como a un niño que le lees un cuento antes de dormir. – ¿Cuál fue el reto? – su voz suena impaciente, no me puedo negar más por lo que me animo a seguir. – Su reto era que debía tomar hasta perder la conciencia, sin embargo... – hago otra pausa que la hace poner una cara de disgusto – nunca dijo cuando tenía que hacerlo. Por lo que aquella vez me pude salvar excusándome con que ya no había mucho alcohol. Desde esa vez cada oportunidad que tiene trata de hacer que cumpla mi reto, pero siempre logro escaparme con éxito. A veces creo que ya se rindió y sólo lo hace por costumbre – termino de contar. Ella me mira con cierta emoción, no seré la mejor contando historias pero creo que no lo hago mal. – Vaya – clama con sorpresa; no obstante eso dura, como siempre, apenas un segundo. – Tengo curiosidad – "¿Cuándo no?" – ¿Cuál era la versión corta? – esa cuestión me hace reír. – Que Nieves es un pendejo – digo con simpleza haciendo que ella niegue sonriendo de lado. Su rostro vuelve a cambiar, ya me imagino que viene. – ¿Puedo preguntar algo más? – dice justo como pensé. Ahora me adelanto a ella – Sí, mientras no sea cuál era la verdad que quería saber Nieves – ella hace un puchero pero no dice nada.


El silencio nos vuelve a invadir, incomoda comienzo a jugar con el hilo de nuevo. No noto su mirada hasta que me dice – Manos traviesas ¿no? – es tan inocente que no se da cuenta de lo que acaba de mencionar. Así que me propongo alburearla un poco – Uy... No sabes cuánto – le guiño un ojo mientras me paro. Ella se levanta de la mecedora de un salto, se sonroja tanto que me cuesta reconocer dónde inician sus mejillas y dónde terminan. – Yo... No lo dije en ese sentido – tartamudea avergonzada. "Sí que es diferente" pienso cambiando de opinión. Que se vaya la fregada la idiota de Brenda, quiero a esta chica. – ¿Ah no? ¿Entonces en qué sentido? – me acerco peligrosamente, sus labios se ven tan suaves. Acerco mis manos a su cintura sin tocarla. Estamos tan cerca que siento su aliento en mi cara. – Mmm... No lo creo – niega alejándose. Abre la puerta del balcón, sale y me deja ahí. No acabo de entender lo que pasó. No es como si no me hubieran rechazado antes pero... Ella sí que era especial. Me daba todas las señas de que le gusto y en el momento en que decido complacerla, me manda lejos.


– ¿Eh? – es lo único que mi mente logra sacar después de tan terrible confusión. Ella se ríe, con más confianza que antes, girándose a verme. – Que no te voy a besar – asegura y mi boca se abre aún más. ¡No pensé que fuera a decirlo! La mayoría de las personas no tienen el valor de decir las cosas como son, y entre esas personas estoy yo. Por ello su manera de hablar sin tapujos, o como dice mi mamá a calzón quitado, me hace sentir admiración – No estoy entendiendo... – mi mente no termina de regresar por lo que solo me permite decir eso. Casi por inercia me acerco al balcón recargando mi peso en el marco de la puerta de este. Ella está sentada en el suelo mirando hacia el cielo, espero por su respuesta. – Yo también te conozco Fer, es imposible no saber tu fama de casanova. Coqueteas con casi toda la escuela, tengan pareja o no. Y eres buena, digo ser la capitana tiene sus ventajas... – me dice lo que todos saben de mí pero no para ahí – Pero también sé que eres una buena amiga, persona y, aunque lo intentes ocultar, buena cantante – su mirada deja el cielo y se posa en mí. – ¿Por qué me dices esto? – su manera de hablar me hace sentir indefensa, insegura. – Lo que trato de explicar es que eres más de lo que muestras, que toda esa actitud tuya no es más que una fachada y quiero conocer a la Fernanda detrás de ese aburrido alter ego tuyo – su mirada se intensifica, me hace sentir de cristal. – No estamos en una estúpida romántica – suelto con acidez. "No sabe de lo que habla, sólo vive un sueño absurdo" pienso molesta. Sin embargo, ella no se enoja. Me muestra una media sonrisa y, como lo hizo con Richy, golpea mi orgullo con su respuesta. – Pero... a ti te gustan las estúpidas películas románticas ¿no? ¿O acaso no fuiste tú la que fue No manches Frida 2 al cine sola? – me deja sin palabras, no puedo creer lo que acabo de escuchar "¿¡Cómo lo supo!?" pienso, más que eso, lo digo como si mi boca no tuviera filtro. Ella se ríe de mi rostro de sorpresa y, seguramente, rojo de vergüenza. – Te lo dije. No eres la única que sabe cosas de la otra. – me guiña un ojo con burla, me recuerda la palabra favorita de mamá karma. – Yo... – tartamudeo, nunca nadie me había tratado como ella y mucho menos me había expuesto así. Nadie... bueno, casi nadie. – Tranquila galancita, no es como que lo haya comentado a alguien. Fue más casualidad que otra cosa, también fue al cine ese día. Puedes llamarlo destino si quieres. – su expresión cambia, se vuelve más tibia. Se podría decir que me mira casi con ternura. "¡No! ¡No me veas así!" me molesto de nuevo, no quiero que me vea así. Ella ni nadie me puede ver así; no soy tierna, ya no más. – Me hubieras dicho y hubiéramos entrado juntas. De seguro habría sido más entretenida – me acerco coqueta intentando que su rubor vuelva y lo hace, su cuerpo es tan honesto. Sin embargo su mente es su aliada, cosa que a nuestra edad es un milagro. – No lo creo – niega – Si tú risa se escuchaba en toda la sala – me vuelve a poner en cuatro, mi plan de seducirla se va al caño en un segundo. Me vuelvo a sonrojar e intento hacer algo que me saque de esta situación tan vulnerable, pero de no puedo pensar en nada – Fer, sé lo que piensas ahora. Sé que crees saber quién eres pero ambas sabemos la verdad. Sólo quiero ayudarte a reír como lo haces cuando estás sola, no como cuando estas con idiotas como Ricardo Magón – asegura parándose del balcón y encaminándose a la puerta del cuarto. – Me tengo que ir – mira su celular con preocupación – pero antes... – se acerca y me roba un beso cerca de los labios que me confunde más de lo que ya estoy. Corre con el rostro rojo, abre la puerta. Sin embargo, antes de salir se detiene – me gusta mucho tu sonrisa – son sus últimas palabras antes de que cierre la puerta tras de sí, dejando que el silencio vuelva reclamando su lugar.


Me recargo contra el barandal, miro el cielo que comienza a tornarse gris e intento analizar lo que acaba de ocurrir, pero no puedo. Hay tantos pensamientos e ideas aglutinadas en mi cabeza que se me hace imposible pensar. Suelto un suspiro, "No lo aguanto más" son las únicas palabras que oigo con claridad. Meto mi mano en el bolsillo de mi chamarra, saco un cigarro. El humo me relaja, poco a poco las ideas desaparecen y son remplazadas con vacío. Todo parece menos difícil, menos nublado. Sí, justo eso, mi mente esta como el cielo. Lleno de nubes grises que impiden ver con claridad, sin embargo con algunos huecos que permiten ver el azul del cielo. Huecos que me hacen recordar que detrás de las nubes hay algo más; algo que no alcanzo a ver, eso me molesta. Golpeo el barandal con tal fuerza que la palma me termina doliendo, tomo una gran calada y el cigarro se termina. Con el pie piso las brasas que quedan y tomo la decisión de salir. Mala decisión.


 

Notas finales:

Este capitulo lo revise má rápido que lo usual así que si ven algun error no duden en decirme :)

Por si alguien se quedó con la duda No manches Frida es una pelicula mexicana de comedia romantica que, en lo personal, me gusta. Sin embargo, siendo honesta es bastante mala.


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