---Brenda---
El tiempo pasa sin que lo note. En un segundo entramos a la casa y, de quién sabe dónde, Sandra saca una botella de tequila casi llena. Después el sabor de tequila quema mi garganta y poco a poco todo empieza a desvanecerse. Tengo vagos flashes de lucidez, cada uno de ellos involucra alcohol que viene y va. Siento como si olvidara todo, con quién estoy, dónde estoy, quién soy. Desparecen todos los miedos e ideas absurdas. Mi cerebro se apaga por completo y un espacio en blanco aparece, hasta que logro volver en mí.
Es como despertar en la mañana, abro los ojos y todo me da más vueltas que nunca. Es una suerte que este sentada en el suelo del comedor; para este momento ya no me importa de que esta embarrado. – Hey, por fin despiertas – oigo la voz de Sandra en mi odio; siento su tibio aliento, por su aroma sé que ha bebido demasiado. Tal vez más que yo, no estoy segura. – ¿Qué pasó? –logro formular a duras penas, su risa se oye más cantarina que de costumbre. – Dímelo tú, me dijiste vamos a sentarnos y en cuanto tocaste el suelo te dormiste. – me mira divertida, sus palabras se oyen raras como si burbujearan en mis oídos. – ¿Cuánto tiempo… dormí? – intento hacer que mi cerebro funcione para hablar con más fluidez, pero este se niega. – Mmm… no estoy segura unos… ¿15 minutos? – intenta recordar pero no puede creerle, está más o igual de ebria que yo.
A duras penas sigo la conversación, de cierta forma siento que ni siquiera es real. “Vaya” pongo mis manos en mi rostro, aun no sufro las consecuencias de mis actos y ya estoy arrepentida de ello. – ¡Vamos a bailar! – grita de repente en mi oído. Sin preguntarme, me jala y me hace pararme de un salto. – ¿Eh? – logro decir apenas. Sin embargo ella parece no escucharme. Comienza a bailar absorta en la canción. “Ella estrella, luz en tu constelación y su amor es en secreto la razón de tu dolor… ” Percibo por fin, conozco esta canción. Aun sin poder razón bien hago lo mismo que ella, empiezo a bailar. Más que eso, empiezo a cantarla. Primero suave “Ella está cansada de tu conversación y prefiere seducirte que vender su corazón” pero mientras la música avanza pierdo el control. “Y ella sabe dónde acariciarte y prefiere ser amante que ser víctima de amor…” canto cada vez más fuerte hasta que termino casi gritando sin importarme nada. “No es tuya para amar. No hay nada más que hablar. Es temporal” doy una vuelta sin fijarme y tropiezo con Sandra. Ella me toma de los hombros, me mira con esos ojos perdidos tan verdes… Verdes. Me gustan los ojos verdes… Sí. No sé cómo pero mi cerebro despierta ante tales palabras y un recuerdo aparece en mi mente.
– Mis ojos no son verdes – ríes y yo me molesto de broma – Estas ciega entonces, ¡Claro que son verdes! – te saco la lengua para que después tú me imites. – Claro que no, sólo son… - piensas en que decir, pero ninguna palabra parece ser lo suficientemente buena para ti. – ¿Verdes? – te molesto. Me miras entrecerrando los ojos para, sin que lo espere, lanzarte sobre mí. – ¡Que no son verdes! – te me encimas haciéndome cosquillas, en ese lugar que sólo tú sabes. – ¡Claro que sí! – Aseguro a duras penas, con tu cuerpo encaramado al mío – Además… Sin importar el color me gustan tus ojos – me sonrojo haciendo que tú me vuelvas a imitar. Sonríes apenada; pero no dices nada, no necesito nada más. Tu sonrisa es el beso más perfecto que me puedes dar.
– Me gustan tus ojos verdes – profeso sin ni siquiera pensar. Sandra se sorprende, como si nunca nadie le hubiera dicho eso, me acaricia una mejilla y me besa. Al principio es nada más que un pico no obstante, comenzamos a profundizarlo y en un momento se va más allá de eso hasta el grado que se pone brusco y empieza a doler. Es ese el momento cuando mejor me alejo. Ella sonríe de lado, acaricia mi cabello y se va. Veo como se pierde entre la multitud y lo nublado de mis ojos. Cuando mi mirada no la alcanza más, salto de la emoción. "Acabo de besar a Sandra" mi mente grita emocionada. En verdad que no pensé que esto fuera a pasar, o al menos no hoy y menos en esta situación. Pero fue… bueno. Sonrió tanto que comienzo a sentir como mis mejillas se entumecen, más no me importa.
Entonces, después de toda mi emoción inicial, vuelvo por fin en mí. A la realidad, al piso mojado de no sé qué; a la música que ha cambiado, ahora es una mezclada entre reggaetón y electrónica. Además noto algo que antes no estaba ahí, una mirada penetrante. Fer me está observando. Sus ojos se posan en mí y los míos en ella. No hace ninguna mueca; ni de desagrado, ni fastidio ni burla. Nada, como si estuviera en blanco, en una calma profunda de esa que existe antes de un huracán. Me mira, luego toma un sorbo de su cerveza. No dice nada; yo tampoco veo porque hacerlo. Entonces, de la nada, da un gran sorbo de la lata; veo como su garganta se mueve y en un instante arroja el resto al piso. La cerveza brinca sobre el suelo, moja mis zapatos y medias por completo. Estoy empapada. "¿Qué mierda?" Enojada volteó a mis pies y regreso la mirada a ella pero ya no está. Simplemente, como si se tratara de una visión, desapareció. – Idiota – Digo más fuerte que lo usual, pero con la música a todo volumen mi voz suena más bien como un murmullo. Uno que no tiene sentido decir pues ella ya no está. Comienzo a pensar que tal vez fue una mala jugada de mi mente confundida, que el alcohol empieza a hacer más cosas que marearme, pero no. No es eso, aun siento la humedad en mis zapatos. “Fernanda idiota” pienso antes de volver a perder la conciencia.