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Aisareteitahibi, Sensei ~Rimeiku~ por Room 13943

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Notas del fanfic:

¡Ufffff! ¡Al fin!

Desde que avancé hasta llegar a la mitad de mi actual fic Greenflames, me hice a la idea de que necesitaba hacer urgentemente un remake de este fanfiction mío. El primerísimo Greenflames que hice, y el que marcó mi gran amor hacia esta parejita.

¿Y por qué me hice a la idea?

Puede sonar absurdo, pero la verdad es que sentí que careció de muchas cosas, y tal vez sea por el hecho de que en ese tiempo no sólo estaba apurada, sino que era un reto impuesto por alguien externo (Sam). Así que aquí me tienen, con esta nueva versión mejorada, con algo más de jugo (?) para ustedes, mis amantes del Greenflames (?).

Espero que lo disfruten y que se animen a leerlo. Espero sus reviews alegremente.

Besitos♥

 

Si te gusta la historia, échale un ojo a las otras de la misma pareja (:D):

Aisareteitahibi, Sensei (Original).

Cinderella Fantasy.

Cinderella Fantasy (Especiales).

De borrachera va la cosa (One-Shot).

Akazukin (One-Shot).

Galneryus (Primer capítulo. Detenida por el momento).

30 días ~Reto~.

Notas del capitulo:

¡Primer capítulazo! Cambie muchas cosas, otras las dejé. 

Espero y que les guste :D

Al fin había terminado su tedioso fin de semana. ¡Fue simplemente aburrido! No hizo otra cosa más que leer encerrado en su habitación mientras escuchaba canciones de Los Beatles o The Moody Blues. Si tuviera que decir algo bueno de el sábaso o el domingo es que pudo hacer su tarea agusto y sin preocupaciones. ¡La única cosa divertida era hacer los deberes! Ningún alumno que se preciara diría eso, era como si todos pidieran ansioso a su profesor tener el examen ya en sus manos.

Y era por estas razones que no entendía a sus compañeros de salón. Desde que llegaban tenía la cara de fastidio típica de un lunes por la mañana, además de que no pasaba más de dos minutos y ya rogaban al aire irse de ahí. Aunque no podía quejarse para nada, pues él había sido igual que ellos hace algún tiempo. Pero todo cambio cuando lo conoció a "él". Marcó su vida para bien, lo cual era su única razón suficiente para estar animado un lunes en la mañana sentado cómodamente leyendo un nuevo libro de parte de sus padres. Y es que su cumpleaños se acercaba, ¡faltaban sólo dos semanas! Estaba un poco decepcionado por el regalo anticipado de sus padres, pues eran personas ocupadas y, cómo la mayoría de los casos, en estas épocas viajaban y dejaban solo a Lloyd en la enorme casa que tenían. Lloyd siempre insistía a su padres que estaba perfecto, que no se preocuparan por nada, pero ellos, cómo buenos protectores, no podían evitar sentirse insatisfechos.

Apartó la mirada de su libro soltando un suspiro y miró el reloj de su muñeca izquierda. Faltaban 5 minutos para que la clase empezara. Dio una vista rápida al salón. La mayoría de compañeros ya estaban ahí, unos sentados haciendo la tarea que no había hecho el fin de semana, otras en bolitas platicando de lo increíble que se la pasaron en el cine o en el parque y otros pocos, cómo él, solos en sus asientos, esperando la clase. Soltó otro suspiro más y cerró su libro, lo metió a la mochila, miró por la ventana; el sol aún no salía por completo, obviamente, pero los rayos iluminaban más o menos bien el enorme jardín que poseía el colegio especialmente para chicos. Lloyd se encontraba en el edificio H, aula 10, en el segundo piso. Le gustaba siempre sentarde junto a la ventana y disfrutar el paisaje que a veces era gratificante a la vista cuándo no había chicos molestando a otros o jugando a quién sabe qué cosas.

—¡Todos sentados!— reconoció la voz inmediatamente y una sonrisa boba atravesó su rostro. ¡Al fin había llegado! La persona que tanto quería ver y que tanto amaba: su profesor de Literatura, Kai Smith. Lo miró de cabeza a pies y viceversa. Siempre tan guapo, vestido de forma ideal para la asignatura de asignaba. Y también algo que lo caracterisaba, a parte de su extrema puntualidad, era que en él nunca faltaba alguna prenda roja, y hoy no era la excepción. Vestía pantalones cafes, zapatos naúticos negros, camisa carmesí, chaleco negro y no llevaba corbata. Su cabello castaño rojizo siempre estaba despeinado, pero le sentaba bien; sus ojos eran verdes y una sonrisa tranquila adornaba su rostro, quitando, claro, los casos cuando los alumnos lo hacían irritar. Lloyd se sentó derecho, con la mirada al frente— Buenos días, chicos. Espero que hayan pasado bien su fin de semana y que la tarea la hayan realizado a tiempo y no hoy mismo antes de que yo entrara— sonrió y risas nerviosas junto con pasos de saliva por la garganta se dejaban escuchar—. Bien, me alegra saber que tengo alumnos disciplinados. Aunque también quisiera alumnos con buena memoria, ¿alguien podría decirme que deje de tarea? Soy un profesor bastante olvidadizo— dijo, mientras pasaba su mirada con el salón, por las personas, por los lugares.

—Investigar sobre un autor— dijo alguien.

—¿Qué autor?— preguntó Kai, recargándose en el escritorio.

—Ray Bradbury— respondió la misma voz.

—¿E investigar qué cosas de él?— interrogó nuevamente, esta vez cerrando los ojos, dibujando otra sonrisa ligera en sus labios.

—Su biografía y sus obras.

—¿Y qué obras investigó de él, Frakjaw-kun?

—Sólo una— susurró el chico peliblanco, con la cabeza gacha.

—¿Cuál?

—Fahrenheit 451.

—Con eso me doy, Frakjaw-kun. Me alegro de que haya hecho su tarea y que también haya realizado la de Ciencias o Zane-sensei se enojará.

—¡¿Zane-sensei dejo tarea?!— gritó. Muchos de los alumnos rieron a carcajadas, e incluso el profesor y Lloyd. 

—Bueno, mientras escribo la actividad del día de hoy, quiero que ordenadamente— hizo un enfasís muy marcado en ésta última palabra— dejen su hoja de investigación en el escritorio. Cuando los nombre después de calificar sus trabajos, eso contará como la asistencia. Adelante.

Kai se dio la vuelta hacia la pizarra y, nada más empezó a escribir, todos se arremolinaron para hacer una fila y dejar la tarea. Lloyd siempre esperaba a que todos se formaran para ir al último, pues por lo general Kai terminaba de anotar la actividad y así conversaba con algunos estudiantes, entre ellos, Lloyd. Pero toda cosa buena tiene su lado malo.

La puerta del aula se abrió subitamente, con un ruido fuerte y seco. Todoa voltearon a ver al causante, también Kai. La causa del sonido fue un alumno que llego tarde, jadeante y con las manos en las rodillas por el cansancio. Kai suspiró y, dejando las cosas a un lado, se dirigió al estudiante mientras que la fila avanzaba. Lloyd maldijo bajo, ya no podría hablar agusto con su amado profesor. 

—¿Y estas horas de llegar, Cole-kun?— preguntó Kai, observando su muñeca— Diez minutos tarde. ¿Tiene una buena explicación?

—Lo-lo siento... Kai-sensei... Yo...— jadeo el chico pelinegro.

—Después me dirá su excusa— dijo—, ahora vaya a formarse y deje su investigación en el escritorio, luego apunté lo de la pizarra, ¿entendido?

—S-sí, sensei...

El chico entro y, dejo sus cosas en el asiento vacío mientras que Kai volvía a prestar su atención a lo que anotaba en el pizarrón. 

 

Kai calificaba los trabajos trabajos de una manera rápida y eficaz, pues las hojas pasaban de un lado a otro, de una pila a otra. Y Lloyd se preguntaba si era porque Kai era extremadamente veloz o si los demás habían escrito sólo cuatro líneas de redacción.

Una vez que hubo terminado de arreglar y calificar, fue llamando de uno a uno a cada alumno presente. Esperaba con ansias su turno, pero por eso no dejaba la actividad dejada.

—Frakjaw-kun— el mencionado se tres saltos estaba frente al escritorio, recibiendo su hoja, y preguntando al profesor si lo dicho sobre Zane-sensei era real. Kai rió y negó—. Sólo fue una broma.

El peliblanco se secó sudor invisible de la frente con su mano y regresó a su lugar, feliz.

—Cole-kun— rápidamente el chico estaba en el escritorio, apenado por su llegada tarde. Kai lo tranquilizó diciendo que no había problema, pero que no se repitiera más. Cole asintió y con una sonrisa, volvió a su respectivo asiento a seguir con la actividad.

—Lloyd-kun— al oír su nombre voló, literalmente, y llegó casi estampándose contra el escritorio. Kai le entregó su tarea y le sonrió, haciendo que su corazón latiera por mil, tanto que casi podía jurar que su corazón se saldría se su pecho y moriría—. Excelente trabajo, Lloyd-kun, cómo siempre— halagó.

—Gr-gracias, Kai-sensei— su voz era cada vez más temblorosa cuándo se encontraba cerca de él. Kai le volvió a sonreír y Lloyd se marchó feliz a su silla. La semana había empezado estupendamente.

Notas finales:

•3• ¿Qué les pareció, hamorez? 

Nos leemos en el próximo capítulo y en sus bellos reviews.

Besitos♥


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